Esto no es un trabajo

Esto no es un trabajo

«Un trabajo se hace desde la cabeza. Esto lo hago desde el corazón». Eso nos decía Dragan, un voluntario croata que está en Grecia por tercera vez. También ha estado echando una mano en la llamada Ruta de los Balcanes, por donde pasaban las personas refugiadas camino de un futuro mejor antes de que Macedonia decidiese unilateralmente cerrar su frontera.

La respuesta de la Unión Europea en ningún momento pasó por instar a la pequeña república balcánica a reconsiderar su postura. No, en lugar de eso optaron por firmar un acuerdo vergonzante con Turquía, en el que intentaban dotar de legitimidad a una figura que la propia legislación europea califica de ilegal: la devolución en caliente (algo que las autoridades españolas también consienten en su frontera sur). Retornar a una persona al país desde el que viene sin permitirle siquiera presentar una solicitud de asilo es, cuando menos, aberrante. Esas personas pueden estar huyendo por motivos políticos, étnicos o religiosos, por lo que devolverles a sus países puede ser una condena a muerte.

Además, como ya explicamos hace unos meses en otra entrada, Turquía no puede ser considerada un tercer país seguro porque incumple sistemáticamente varios de los preceptos que la legislación europea establece para poder ser considerado como tal. El primero de ellos dice que «su vida o su libertad no están amenazadas por razón de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social particular u opinión política». En varias ocasiones hemos tenido noticias de cómo el ejército turco disparaba en la frontera a las personas que intentaban cruzar desde Siria. Y tras el fallido «golpe de estado», el gobierno de Tayyip Erdogan ha llevado a cabo una importante purga por motivos políticos, por lo que el argumento de que Turquía es un tercer país seguro queda completamente desmontado sin necesidad de recurrir al análisis del resto de condiciones.

Hoy hemos estado colaborando con Soul Food Kitchen, una organización que empezó en la ruta de los Balcanes dando información y algunas de las cosas que necesitaban quienes cruzaban a pie en pos de un futuro (mejor o peor, pero por lo menos un futuro). Cuando Macedonia cerró la frontera, Pixi, un bosnio con mucho carácter, decidió establecerse en Idomeni, montando su primera cocina con apenas 6 euros. Después ha estado trabajando en los campos, en Belgrado, hasta que se estableció cerca de Thessalonika.

Pixi y Dragan nos contaban como lloraban los policías de la frontera (creemos entender que de Croacia) cuando veían venir caminando a miles de personas huyendo del horror de la guerra. Les recordaba el conflicto vivido en la antigua Yugoslavia apenas unos años antes. Todo esto nos hace reafirmarnos en uno de los motivos para emprender este viaje, la empatía. Nadie nos puede asegurar que dentro de unos años no nos toque a nosotros. Esperemos que no sea así, pero quién le iba a decir al pueblo sirio o yemení hace 10 años que iban a sufrir lo que están sufriendo.

Hemos estado repartiendo comidas con una furgoneta de GBGE por las calles de Thessalonika. No hacen diferencias entre las personas, como debe ser, por lo que igual se atiende a griegos que a paquistaníes, sirios o afganos. Muchos de los que hoy han podido comer caliente gracias a estas organizaciones son paquistaníes. La mayoría de nosotros desconocemos que el conflicto de Afganistán (considerado por la UE un país seguro) ha traspasado la frontera y son muchos los ciudadanos paquistaníes que tiene que huir ante la brutalidad del ISIS y los talibanes. Pero la realidad es que es así, y estas personas tienen un handicap adicional: Paquistán no consta en ningún registro como país en guerra, por lo que deben esconderse en las calles y pasar desapercibidos para no ser repatriados.

No entendemos que pasa por las cabezas de las personas para jugar alegremente con la vida de los demás. Independientemente de donde provengan o los motivos que les impulsen a emprender un viaje tan sumamente peligroso, deberíamos pensar que nadie en una situación acomodada se lanzaría a una travesía tan peligrosa donde muchos se dejan lo más preciado, sus vidas. Ningún ser humano es ilegal, y ninguno debería tener potestad para arriesgar la vida de sus semejantes.

Deja una respuesta