Si me aseguran que esta novela es de una autora consagrada (que me consta que ya lo es —o está en camino de serlo— pero no cuando la escribió), os diría que tiene algunos elementos que me chirrían pero, teniendo en cuenta que esta fue la segunda novela que publicó, hay que decir que está bastante lograda. Que todos los que escribimos sabemos que, sobre todo al principio, cometemos errores, pero el perseverar y trabajar duro acaba dando sus frutos.
La agente de la Ertzaintza Eider Chassereau y el suboficial Jon Ander Macua se enfrentan a lo que podría ser el caso más importante de sus carreras. La aparición de dos cadáveres desollados, con un siniestro vínculo entre ellos, les llevará hasta Lorena, una prestigiosa tatuadora donostiarra que aún se recupera de una relación que acabó con una orden de alejamiento por amenazas y agresión. Una investigación contrarreloj para evitar nuevas víctimas del que podría ser un asesino en serie les conducirá a través de un entramado de prejuicios religiosos y oscuros secretos. El caso les absorberá hasta el punto de olvidarse incluso de sus propias vidas.
En La sirena roja (Erein, Cosecha Roja, 2015) se esconde un asesino múltiple y una motivación por descubrir para dar con él. La autora ha conseguido que, según pasan las páginas, las sospechas vayan transitando de un personaje a otro para, al final, realizar un giro inesperado, de tal forma que mantiene la tensión en todo el relato.
¿Qué me ha gustado? El punto de vista múltiple que adopta en la narración de cada capítulo hace que su lectura sea muy ágil. El personaje del suboficial Jon Ander Macua está muy bien trabajado, aunque la novela transite más por la vida de su compañera que por la suya.
¿Qué no me ha gustado? El personaje de Eider Chassereau lo veo un poco ñoño para ser agente de la Ertzaintza. Pero es cierto que llega a ese trabajo un poco de rebote, lo que puede explicar en parte ese exceso de empatía. Su historia personal tampoco ayuda a comprender ese carácter sensiblero, quizás los hechos ocurridos en su pasado le deberían haber proporcionado una coraza más fuerte. También me sobran algunos pasajes, sobre todo de la vida diaria de la tatuadora, que creo que aportan poco.
En definitiva, que a la donostiarra habrá que seguirla para ver si esa progresión que se intuye, se hace realidad. Desde luego, mimbres tiene. Mi propósito para el año que viene es hacerme con otra novela suya, no sé si será de la serie Chassereau y Macua o directamente me lanzaré a por Blanco inmaculado, su última obra.
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